Tuesday, March 17, 2009

JOSEFA: TRABAJADORA INCANSABLE PERO FANTASIOSA.



Debido a la insistencia nuestra para saber la real situación de Josefa, Elizabet nos informó que Josefa presentaba una mejoría, que se estaba alimentando muy bien, pero que no colaboraba, de hacerlo, ya la hubiera sacado del “ancianato”. No obstante, Elizabet dejó muy claro que no la llevaría de regreso a la casa de Josefa, sino a la casa tipo más grande, la casa vecinal. Los diferentes planes y promesas de Elizabet Camero de Artigas parecían más bien tácticas dilatorias. ¿Sería que estaba esperando un desenlace fatal con relación a Josefa?. La evidente frustración de Elizabet cada vez que hablaba acerca de la situación de Josefa, empezó a preocuparnos. Hasta ese momento, nosotros no teníamos conocimiento alguno del tipo de relación o compromiso entre Elizabet y Josefa. Existía entre nosotros la sospecha de un acuerdo creado por la misionera Verla Peterson con la misionera Elizabet Camero, cuando ésta última se mudó como inquilina a una de las viviendas, la vivienda vecinal. Pero ¿Cuáles son los detalles o alcances de ese compromiso? ¿Quién le está pagando a Elizabet para que atienda a Josefa? ¿Es acaso Josefa quien le paga? ¿Es la misionera Verla la encargada de pagarle a la misionera Elizabet? ¿Acaso Elizabet le descuenta los gastos sufragados de la renta que le paga a Josefa? En ese momento llegamos a pensar que el servicio debía ser a petición del cliente y no como al prestador del servicio le parezca. Si las viviendas están alquiladas por Elizabet, ello podría ser suficiente para que Josefa pueda mantenerse en su casa. La verdad de la negociación entre ambas misioneras, donde disponían de Josefa, estaba oculta, pero pronto todo saldría a la luz. Bajo su relación laboral con la misionera Verla Peterson, Josefa siempre presumió de solvencia financiera y ocasionalmente nos comentaba someramente, acerca de sus ahorros producto del arduo trabajo para su sostenimiento futuro.Décadas de intenso servicio sin gastos asociados a familia, objetos materiales o egresos por enfermedad, hacían suponer que Josefa tenía un respaldo económico suficiente para mantenerse hasta su partida con el Señor. El apoyo económico a nuestra abuela fue prácticamente insignificante, ya que nuestra abuela estuvo internada en un ancianato católico libre de erogaciones. Josefa también recibió una suma considerable por concepto de la venta de la casa de una de sus tías. Además, Josefa y su hermano Simón recibieron una suma de dinero significante, producto de la venta de un terreno heredado de su padre Francisco Antonio Ramírez. Observando la situación económica de Josefa, su inexistente protección social, mucha gente se estaba preguntando si es que esta mujer que trabajo tanto, por tan largo tiempo, recibió alguna remuneración por su trabajo. Es evidente que Josefa no fue inscrita, como la ley lo exige, en el Seguro Social Obligatorio del Estado Venezolano, por la misionera Verla Peterson o por la Misión de la Iglesias Evangélicas Libres de América. Tampoco recibió las prestaciones sociales que la ley ordena. Josefa siempre gozo de buena salud, sin embargo, cualquier atención médica recibida fue suministrada en forma gratuita. Absolutamente todas las atenciones médicas que Josefa recibió en el pasado, fueron brindadas con mucho amor, libre de cargos y honorarios, por venir de su sobrina Merly, primos como Simón Muñoz Armas, Pedro Cesar Izquiel, parientes como Eladio Díaz Camero, entre otros, todos ellos médicos reconocidos. Además de tener ella muy buena salud, Josefa vivió y se alimentó siempre en la casa de Verla, a quien atendía a tiempo pleno y bajo disponibilidad total. En su vejez, Josefa no disponía de un patrimonio, no tenía la titularidad de su casa, no tuvo gastos que justifiquen que durante su vejez ella no tuviera absolutamente nada, que le permitiera tener una vejez digna, como la que ella se merecía, acorde a su esfuerzo, con su trabajo. De todos los eventos anteriores, se puede inferir claramente, que Josefa estuvo sometida a la más vil esclavitud por la misionera Verla Peterson. Había llegado para Josefa el momento cuando se presentan los días malos, donde escasea el contentamiento, donde el miedo y la angustia pasan a ser parte de su diario vivir. Fue también el momento donde todo lo oculto, especialmente la injusticia, comenzó a salir a la luz. Ya Josefa no tuvo la fuerza, ni recibía la influencia manipuladora de Verla Peterson para seguir ocultando tanto abuso, humillación y explotación. Tampoco estuvo bajo el poder y el control de quién no la consideró merecedora de recibir justo pago por sus décadas de servicio. Luego, como premio por su lealtad y servicio, la expuso como cualquier objeto desechable al cuido de la acechadora, quien pacientemente esperó que Josefa no pudiera valerse por sí misma, para desalojarla y apoderarse de sus bienes obtenidos con décadas de trabajo y sacrificio. Como respuesta al genuino interés de nosotros, de conocer la situación de Josefa para cubrir sus gastos de sostenimiento diario y salud, Elizabet sólo se limitó a expresar que Josefa era muy fantasiosa y que debería escribir un libro. ¿Será fantasía disfrutar de protección y seguridad social durante la vejez acorde con el enorme esfuerzo realizado en la juventud? Un libro, debidamente escrito y que recoja las vivencias de Josefa, seguramente contendría una explicación detallada de como una persona, sin carga familiar ni vicio alguno y que trabajó intensamente toda su vida para una misionera de las Iglesias Evangélicas Libres de America, llegue a su vejez en completo estado de abandono. También serviría como fuente directa de una investigación penal por maltratos físicos y emocionales, a una anciana desvalida y el ilegitimo apropiamiento de sus bienes como elemento motivador. Pudiéramos encontrar en ese libro, elementos para una investigación judicial por evasión de impuestos en Venezuela, violación de la legislación laboral venezolana, así como el desalojo ilegal de una anciana, falsedad de acto, simulación de acto público y muchos otros ilícitos o actos criminales. También podría ser escrito un libro contemporáneo del sacerdote, el levita y el buen samaritano. Pienso que la única fantasía de Josefa, fue creer ciegamente en una misionera evangélica, que la usó por décadas, y como pago por sus servicios la entregó como un accesorio de unos inmuebles a otra misionera, quien la desechó cual traste no reciclable, tomando posesión de sus bienes.